Máscaras.
Los japoneses aman las máscaras; baste recordar el maravilloso arte teatral del kabuki. Pero en estos tiempos, las máscaras japonesas más populares no son las del kabuki sino esas siniestras mascarillas quirúrgicas que vemos llevar a muchos turistas nipones que viajan por Europa.
En Japón su uso es realmente masivo. Yo he calculado, conteando varias veces por la calle, que el 10% o algo más de las personas llevan estas máscaras regularmente.
La razón no es protegerse de los virus (difícilmente un tejido podría hacerlo). Ni evitar el contagio a los demás.
La razón por la que utilizan las máscaras es simplemente por la alergia, que aqúi es algo masivo.
Por lo visto, tras la última Guerra Mundial, se intensificó la reforestación con cedros, para cubrir las necesidades de la construcción. Y según parece, los cedros tienen un gran poder alergénico.
Para mí que hay gato encerrado en todo esto. Yo creo que la proliferación de estas máscaras por las calles de las ciudades japonesas merece que alguien haga algún tipo de estudio psicoanalítico sobre la sociedad japonesa y sus complejos colectivos. Hay algún tipo de problema en la relación del japonés con los demás y con sus propias emociones que le impulsa a interponer este tipo de barreras frente a los otros. No se. Hoy no me siento muy capaz de entrar en estas disquisiciones. Pero se que aquí ocurre algo.
Tan sólo me limito a hacer un pronóstico. Si en la actualidad el uso de las máscaras alcanza al 10% de la población, por ejemplo, apuesto a que en un par de décadas llegará al 30% o más. Y por entonces se empezará a comprender que esto de la alergia es una finta. Que hay mucha más tela psicológica que cortar. Y que o bien se encuentra la causa del problema, o todo el mundo acabará enmascarado en un plazo relativamente corto de tiempo,