Poya
Debo tener alguna obsesión con la luna llena, a juzgar por los últimos posts que he escrito. Hoy tengo además razones especiales para volver a mis obsesiones lunáticas. Porque estoy en el único país del mundo en el que cada plenilunio o “poya” es fiesta nacional. Así ocurre en Sri Lanka desde la independencia, en 1948. Y además, donde estoy ahora, en Kandy, la capital histórica de la isla, la luna llena de Agosto es ocasión para magnas procesiones nocturnas y festivales diversos. Son diez días festejando a conciencia el plenilunio de Agosto. Con centenares de elefantes engalanados con trajes de luces, y miles de tamborileros y bailarines desfilando por las calles, ante el entusiasmo generalizado de los locales, que pagan hasta 40 euros por una silla de primera fila en la acera. Es la Esala Perahera, la fiesta mayor de Ceylan. Una fiesta puramente budista, en teoría (prohibición total para todos de alcohol y carne) pero con un profundo sentido astrológico, supersticioso e incluso político bajo esa epidermis religiosa (hay que leer a Paul Veyne para comprender bien por qué todo espectáculo de masas es una herramienta de manipulación por parte del poder). Esto de la Perahera es lo mismo, en realidad, que nuestra Virgen de la Ascensión, que se solapa armónicamente con la ancestral fiesta astrológica pagana, vigente en nuestras latitudes desde los romanos, o sea, las ferii augusti, el ferragosto, la canícula…Sí, nosotros también adoramos a mediados de Agosto a nuestra particular deidad lunar. Y sacamos imágenes en procesión, igual que hacen estos entusiastas cingaleses. Ah, qué endiabladamente parecidos somos en todas partes… Esa es la verdadera conclusión que sacas cuando viajas. Y si no la sacas, quizá es que no has viajado todavía lo suficiente.
