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Ojo con el dolor.
El doctor Louis Puybasset ha publicado en The Lancet los resultados de un estudio que hace pensar. Según su investigación, resulta que lo más probable es que muchos enfermos terminales en estado de coma o conciencia mínima, sigan siendo vulnerables al dolor pese a su estado. Si esto es así, sería preciso exigir que todo procedimiento de limitación o interrupción de terapias activas de mantenimiento artificial de la vida tuviese en cuenta también la dimensión analgésica. Retirar la alimentación o la hidratación, sin un tratamiento analgésico simultáneo puede ser terrible para el enfermo terminal. Una pésima manera de concluir.