Joludi Blog

Feb 2
Los dinosaurios no veían eclipses.
Desde tiempos inmemoriales los hombres han estudiado intensivamente los eclipses. Cuándo se producen. Qué efectos producen. Cómo calcular su aparición…
A mí, lo que me parece muy misterioso es, para empezar, que...

Los dinosaurios no veían eclipses.

Desde tiempos inmemoriales los hombres han estudiado intensivamente los eclipses. Cuándo se producen. Qué efectos producen. Cómo calcular su aparición…
A mí, lo que me parece muy misterioso es, para empezar, que haya eclipses. Con eso ya tengo para romperme la cabeza.
No habría eclipses si la luna se viese en el cielo más pequeña que el sol. Y tampoco habría propiamente eclipses-entendidos como el solapamiento exacto de los dos objetos celestes- si el sol tuviese un tamaño aparente más pequeño que la luna.
¿Existen eclipses justamente porque la luna y el sol se ven en el cielo con idéntico tamaño? Exacto. Así es.
Y eso…¿no es una fascinante curiosidad?
He preguntado a amigos científicos al respecto. Y se limitan a balbucear. Me dicen que es una pura casualidad. Los tamaños aparentes coinciden simplemente por azar: el sol está 400 veces más lejos que la luna, pero la luna es 400 veces más pequeña que el sol.
Yo tengo la convicción de que ahí hay gato encerrado. Al igual que Hercules Poirot, creo que las casualidades son simplemente una insuficiencia provisional de datos.
El día menos pensado nos confirman que esa coincidencia no es tal. Y que por alguna razón misteriosa, por algún extraño mecanismo de compensación magnética, la Luna y el Sol tenían que estar justamente donde están para hacer posible la aparición y el sostenimiento de la vida en la Tierra. Creo que ya hay alguna teoría al respecto que convierte a la luna en una especie de lastre magnético indispensable para amortiguar las oscilaciones de la rotación terrestre, cuyo impacto en la habitabilidad climática de la Tierra sería fatal.
Para hacer el enigma aún más insoportable, la Ciencia nos dice que esta misteriosísima coincidencia de tamaños aparentes ni siquiera es permanente, debido al alejamiento continuo de nuestro satélite. Los dinosaurios nunca pudieron disfrutar el espectáculo de contemplar ese delicado solapamiento que constituye un eclipse, simplemente porque su Luna era enorme, mucho más próxima a la Tierra que en nuestros días. Y por otra parte, nuestros descendientes de futuros siglos, tampoco podrán ver un eclipse propiamente dicho, porque la luna se habrá hecho minúscula para entonces. De los 4.570 millones de años que la Luna lleva ahí arriba, sólo en estos pocos siglos, en estos “instantes”, su tamaño aparente coincide con el del sol.
¿Cómo se come ésto? A ver quien es el guapo que no siente cierta tentación antropocéntrica al tomar conciencia de la increible casualidad de que la luna y el sol tengan idénticos tamaños aparentes en el cielo; y que además, esto sólo ocurra, mira por dónde, ahora mismo, justo en la época que nos ha sido dado vivir, que no debería ser sino una insignificante, indiferenciada gotita de agua en un océano cronológico de miles de millones de años…


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