¿Cómo valoramos nuestras experiencias pasadas? ¿Qué acontecimientos cuentan más para hacernos sentir que fueron buenas o malas? A corto plazo se aplica aquello de que “bien está lo que bien acaba”. Valoramos lo vivido en función de los los últimos componentes de una secuencia de acontecimientos. Pero a largo plazo, lo esencial es todo lo contrario. Cuenta más bien cómo empezó todo. Y, a medida que el tiempo pasa, se aplica el principio de que “la primera impresión es lo que cuenta.” Este interesante matiz lo han estudiado Nicole Votolato y H. Rao, de la Universidad de Chicago.