Joludi Blog

Feb 14
La Razón del Poder.
El Emperador Constantino, a quien debemos la elevación del cristianismo a religión del Imperio, era un granuja de cuidado. Sus crímenes alcanzaron incluso a su propia familia. Enre otras muchas lindezas, ordenó el envenenamiento...

La Razón del Poder.

El Emperador Constantino, a quien debemos la elevación del cristianismo a religión del Imperio, era un granuja de cuidado.  Sus crímenes alcanzaron incluso a su propia familia. Enre otras muchas lindezas, ordenó el envenenamiento de uno de sus hijos y el asesinato de un sobrino de 12 años. Y mandó matar a su esposa Fausta, que murió asfixiada en unas termas de vapor, tras haber sido marginada durante mucho tiempo.
Tal vez por todos sus bien probados crímenes, la Iglesia Católica no se ha atrevido a elevar a Constantino a los altares. Aunque sí lo ha hecho la Iglesia Ortodoxa.
Pese a todo, los teóricos católicos siempre han intentado lavar la imagen del inventor del cristianismo como religión de Estado. Para empezar, pocos años después de la muerte de este primer Emperador cristiano, San Agustín ya teorizaba para justificar su vida y milagros. Por ejemplo, el infausto, pero inteligentísimo Agustín sostenía la chusca tesis de que un cristiano estaba moralmente legitimado para tener hijos con una concubina si su esposa era estéril. Esto lo decía San Agustín únicamente para justificar la conducta de Constantino. Es el comienzo de un largo idilio entre la razón de estado y la razón de Dios.