Joludi Blog

Mayo 16
Sin bikinis.
Godzilla es la guerra nuclear. O más precisamente el pánico colectivo frente a la guerra nuclear. Si nos fijamos bien, la imágen icónica del megamonstruo coincide estructuralmente con la imagen icónica del hongo atómico. Basta un...

Sin bikinis.

Godzilla es la guerra nuclear. O más precisamente el pánico colectivo frente a la guerra nuclear. Si nos fijamos bien, la imágen icónica del megamonstruo coincide estructuralmente con la imagen icónica del hongo atómico. Basta un vistazo.

La propia génesis de Godzilla es atómica. Ishiro Honda rodó Godzilla en 1954, tal vez como una respuesta cinematográfica ante la indignación del pueblo japonés por las explosiones atómicas realizadas en aquellos atolones del Pacífico a los que los ingleses llamaban Coconut Islands, y los nativos Pikini (pikini es “tierra de cocos” en la lengua de las Islas Marshall). Esas pruebas infames, que irradiaron vergüenza hacia todo el mundo, e incluso afectaron directamente a algunos pescadores nipones (¡tan solo 9 años después del oprobio de Hiroshima!) despertaron la ira popular en Japón. Y el miedo. El resultado fue el nacimiento de un icono universal: Godzilla. 

El término es un portmanteau japonés que deriva su nombre precisamente de gorila, monstruo (gorira, gorilla), y de olas (kujira). 

Gojira derivó en Godzilla, por las peculiaridades de la fonética japonesa y también por la connotación divina (o más bien de castigo divino) que aporta la primera sílaba del nombre del monstruo. Curiosamente, esa terminación “illa” derivada de una característica de la forma japonesa de pronunciar, se ha convertido en un sufijo común en el idioma inglés (bridezilla, por ejemplo, la novia obsesionada con la organización patológicamente meticulosa de su boda, o Mozilla, que también es un portmanteau y tiene su origen en “Godzilla Mosaic”, es decir, la aplicación “killer” que creó Netscape para eliminar al primitivo navegador Mosaic.)

Así que el nuevo avatar de Godzilla, que se estrena estos días en las pantallas de cine, protagonizado por el fantástico narco malgré lui de Breaking Bad, nos llega también en una época en la que la Humanidad vuelve a sentir cierto pánico ante un posible cataclismo planetario, ya se trate de los amagos de guerra en Ucrania, de las tensiones entre China y el resto de países de Extremo Oriente o del recelo que sigue despertando la catástrofe de Fukushima.

En 1954, aquellas explosiones atómicas del Atolón Bikini no fueron tomadas muy en serio por los europeos, que estábamos felices ante la nueva opulencia postbélica que ya se adivinaba y a los que nos quedaban muy lejos las remotas aguas del Pacífico (de hecho, fue entonces cuando nació la explosiva prenda llamada bikini, denominada jocosamente así por la prominencia mediática de las pruebas con la Bomba H). 

Pero ahora no se si estamos para bromas. Ahora, parece ser, se trata simplemente del retorno de Godzilla. Sin más. Sin bikinis.


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